× Las referencias sobre el arte en Puerto Rico en los primeros dos siglos de la colonia, son escasas. De acuerdo al estudioso Arturo Dávila, la obra más antigua conocida, que sobrevivió los embates del tiempo, es la tabla flamenca La Virgen de Belén, pintura renacentista, que durante cuatro siglos permaneció en la capilla de Nuestra Señora de Belén albergado en la Iglesia San José. El mural San Pedro González Telmo, está considerado como la obra más antigua realizada en la Isla. Pintada en el muro norte del crucero de la Iglesia San José, este mural fue tapiado en época posterior y descubierto durante la restauración de la iglesia en 1978.
La pintura más antigua cuya autoría se atribuye un puertorriqueño es La Virgen de Monserrate en Hormigueros, y su nombre es Manuel García. También del mismo autor es la Adoración de los Reyes Magos en la Iglesia de Hormigueros. Se conocen varias obras anónimas de principios del siglo XVII, tales como: Santa Bárbara, Nuestra Señora de Valvanera, Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de la Divina Aurora.
Otra obra de este periodo es el ex voto de la Virgen de Monserrate, en el Arzobispado de San Germán. La misma narra el milagro de Hormigueros, leyenda que tendrá una presencia singular en la imaginería popular puertorriqueña.
LA GUERRA HISPANOAMERICANA (1898)
En 1898 Estados Unidos invade a Puerto Rico como consecuencia de la Guerra Hispanoamericana. Se impuso sobre la Isla un nuevo orden, en el que no faltó el intento de eliminar el español como la lengua de los puertorriqueños. Aunque la situación económica de Puerto Rico era precaria, no es menos cierto que Puerto Rico era una sociedad con unas creencias, cultura, valores y tradiciones que la caracterizaban y la identificaban como una sociedad hispánica.
Como consecuencia del disloque que provocó la invasión, en las artes se manifiesta una voluntad de identificar, definir y precisar los rasgos de una identidad amenazada. El paisaje, los tipos, costumbres y formas de la realidad puertorriqueña, serán su fuente de inspiración. La figura del jíbaro surge como icono de afirmación cultural y de resistencia ante las agresiones culturales y el rechazo manifestado por una parte de la sociedad hacia la cultura puertorriqueña. La búsqueda de la identidad que se observa en la literatura, la música y el teatro, calará en la psiquis de los puertorriqueños, y encontrará un paralelo en las artes plásticas. La obra de cuatro artistas, todos nacidos antes de 1898, pone de relieve esa voluntad.
LA GENERACIÓN de los 40'tas
La actividad pictórica de la generación del 40, fue una pintura predominantemente realista. Entre los años cuarenta y cincuenta regresan a la Isla artistas que habían emigrado o servido en el ejército en la Segunda Guerra Mundial, quienes tuvieron la oportunidad de formarse en escuelas de artes en el extranjero.
En 1940 se inaugura la sala de exposiciones del Ateneo Puertorriqueño y en 1945 se funda la Academia de Arte de Edna Coll, que operó durante cuatro años. Desde 1946 surgen instituciones y esfuerzos gubernamentales que darán cauce a un vigoroso movimiento artístico donde arrancan la escuela del grabado y del cartel nacional. Una vez establecido el Estado Libre Asociado en 1952 los artistas que se sumaron a los talleres gubernamentales encauzaron su sentido estético a la búsqueda de la afirmación e identidad nacionales.
El primer taller gubernamental de impacto en las artes fue el Taller de Cinema y Gráfica de Parques y Recreo Público, que en 1949 se transforma en la División de Educación de la Comunidad (DIVEDCO) y se mantendrá activo hasta 1989. Irene Delano (1919-1995) dirige el taller de gráfica donde se producirán carteles y trabajos gráficos de mensajes sociales y educativos. De este taller surgirán algunos de nuestros mejores artistas y grabadores.
LA GENERACIÓN de los 50'tas
Durante la década del 50, la plástica puertorriqueña toma auge, dominada ésta por el arte de tema figurativo con clara influencia de la escuela de los muralistas mejicanos. El arte puertorriqueño de esta época está marcado por un profundo compromiso social y político. A finales de esta década comienza a manifestarse una prolongada lucha en la plástica puertorriqueña. Por un lado, en lo que respecta a la afirmación de lo puertorriqueño y por el otro, en las expresiones de carácter internacional. Los que asumen una posición de defensa de los valores puertorriqueños se reafirman en lo autóctono, en lo que tenga verdadera esencia e identidad propia. En este sentido, temen al espectro de la asimilación. Los que militan con esta tendencia están en la búsqueda de una expresión particularmente de identidad nacional lo que lleva a percibir el arte como parte de una lucha mortal de nuestro pueblo por sobrevivir; la producción de los artistas puertorriqueños se reviste, pues de una importancia social trascendente. La otra tendencia en la plástica puertorriqueña es la dictada por la nueva Escuela de Arte que surge en New York después de la Segunda Guerra Mundial. Es el espíritu abstracto que se afirma en la década del 50 y se manifiesta hasta la década de los 80. En este sentido, las dos principales tendencias estilísticas en los Estados Unidos son el arte pop y el expresionismo abstracto, que se manifiesta en el "action painting". Estas tendencias claramente norteamericanas marcan casi toda la plástica hasta la década del 1970.
LA GENERACIÓN de los 60'tas
La década del 60 se caracteriza por la temática social, como continuación de lo expresado por la generación del 50. Se utiliza la literatura como base o como texto temático. En los medios plásticos, se desarrolla el cartel serigráfico, el linóleo, la xilografía y otras técnicas del medio gráfico. En esta década se enfrentan dos tendencias que plantean una problemática en lo que respecta al contexto artístico. De un lado están los artistas que se mantienen con el portaestandarte de resistir culturalmente a las influencias y a las tendencias que llaman universalistas, sosteniendo los temas de crítica social, costumbristas y de sátira política expresados en un estilo figurativo. De otro lado, están los que asumen una posición más internacional, al estar abiertos a tendencias nuevas, separando la actividad plástica de las actividades políticas. Son años de afianzamiento de la expresión abstracta en la plástica puertorriqueña.
Se puede observar que en la Isla, esta tendencia abstracta se manifiesta también con una vertiente diferente respecto a la de los Estados Unidos. Es notable la influencia latinoamericana de características líricas y geométricas. Junto a estas dos corrientes, se encuentra también un estilo figurativo, no de carácter político, sino, más bien, caracterizado por nuevas formas de expresionismo.
LA GENERACIÓN de los 70'tas hasta el presente.
De los 70 a los 90 el arte plástico puertorriqueño ha experimentado un enriquecimiento tanto en diversidad de estilos, lenguajes, así como exponentes. Ha habido un aumento en la participación de mujeres en la plástica.
Hasta la década de los 80 la escultura puertorriqueña contaba con muy pocos exponentes, si la comparamos con otras áreas del quehacer plástico como es la gráfica y la pintura. Más, sin embargo, de los 90 hasta ahora hemos visto como se ha fortalecido, sobre todo con el proyecto que, a fines de la década del 90, impulsó la entonces alcaldesa Sila María Calderón; y con el proyecto de arte público, en donde se dio gran profusión a la escultura urbana a través de la Isla.
Finalizando, lograr un recuento panorámico y final de las artes plásticas puertorriqueñas, será inalcanzable, pues, en el mismo no se hace referencia a la constante y dinámica actividad plástica realizada en las escuelas, entidades culturales y particulares en todos los pueblos de la nación puertorriqueña.
De la publicación de: García Vera, María Rodolfo J. Lugo-Ferrer
Dominio español y la guerra hispano-americana hasta el 1968.